"¡Oh, buen caballo mío, mi tesoro,
amigo en la pradera!
¡Cuántas horas felices a tu lado
gocé en la primavera!
Tu lomo me llevó de cara al viento
sobre el campo y el río,
rumoroso y bravío.
Trotaste retozón; luego ascendiste al monte.
De sus cumbres descendimos ruidosos,
como si al galopar
se abatiese del bosque un torrente
que quisiera arrasar.
Pero sólo tú y yo sabíamos entonces,
caballito veloz,
que aquel galope no era un clamor de guerra.
Sí, alegría y amor."
FIN
Fuente: "El libro de los caballos", Ed. Cultura y Progreso, S.A., Bilbao, 1968.
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