

Después el Apocalipsis entra en la descripción de las siete cartas, los siete sellos, las siete trompetas, la lucha con el Diablo y el Anticristo y las siete últimas plagas y las siete copas... (Sobre El último sello realizó una gran película Ingmar Bergman.)
Pero el apartado que más interesa a esta obra es aquel que lleva por título Los cuatro caballos y que dice así:
"Y ví cuando el Cordero abrió el primero de los siete sellos, y oí que uno de los cuatro vivientes decía, como con voz de trueno: "Ven". Y miré, y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba tenía un arco, y se le dio una corona; y salió venciendo y para vencer. Y cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía "Ven". Y salió otro caballo, color de fuego, y al que lo montaba le fue dado quitar de la tierra la paz, y hacer que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada. Y cuando abrió el tercer sello, oí al tercero de los vivientes que decía: "Ven". Y miré, y he aquí un caballo negro, y el que lo montaba tenía en su mano una balanza. Y oí como una voz en medio de los cuatro vivientes que decía: "A un peso el kilo de trigo; a un peso, tres kilos de cebada; en cuanto al aceite y al vino no los toques". Y cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto viviente que decía: "Ven". Y miré, y he aquí un caballo pálido, y el que lo montaba tenía por nombre La Muerte; y el Hades seguía en pos de él; y se les dio potestad sobre la cuarta parte de la tierra para matar a espada y con hambre y con peste y por medio de las bestias de la tierra."
Sobre estos cuatro caballos y actualizando la visión apocalíptica de san Juan escribió en 1914-1915 nuestro universal Vicente Blasco Ibáñez su famosa novela Los cuatro jinetes del Apocalipsis... "Marchando por las avenidas afluentes al Arco del Triunfo -escribiría años después el autor-, que en aquellos días parecían de una ciudad muerta y contrastaban, por su fúnebre soledad, con los esplendores y riquezas de los tiempos pacíficos, tuve la visión de los cuatro jinetes, azotes de la Historia, que iban a trastornar por muchos años el ritmo de nuestra existencia."
Casi al final de la primera parte de la novela, Blasco Ibáñez se refiere al ensueño de Juan, y escribe: "Cuatro animales enormes cubiertos de ojos y con seis alas parecían guardar el trono mayor. Sonaban las trompetas, saludando la rotura del primer sello.
"¡Mira!", gritaba al poeta visionario con voz estentórea uno de los animales...
Y aparecía el primer jinete sobre un caballo blanco. En la mano llevaba un arco y en la cabeza una corona: era la Conquista, según unos; la Peste, según otros.
"¡Surge!", del sello roto saltaba un caballo rojizo: era la Guerra. Su jinete movía sobre la cabeza una enorme espada.
"¡Aparece!", y Juan veía un caballo negro. El que lo montaba tenía una balanza en la mano para pesar el sustento de los hombres: era el Hambre.
"¡Salta!", y aparecía un caballo pálido. El que lo montaba se llama la Muerte."
Los cuatro jinetes y sus cuatro caballos del Apocalipsis, los cuatro símbolos más terribles de la mitología cristiana. Aunque en el mismo Apocalipsis de san Juan hay otro famoso pasaje en el que aparece el caballo, otro caballo: "Y vi el cielo abierto, y de aquí un caballo blanco, y el que montaba es el que se llama Fiel y Veraz, que juzga y pelea con justicia." Todo lo cual demuestra que en la mente de san Juan casi convivían los tres protagonistas de la vida y de la Historia: Dios, el hombre y el caballo.
Fuente: "Caballos, historia, mito y leyenda" de Julio Merino (1996). Págs. 55-59.
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