Me van a permitir que haga un alto en este largo camino de los caballos de la Historia para volver los ojos atrás y hablar de los caballos de Síbaris, sin duda una de las leyendas más curiosas de la antigüedad clásica, aunque no tuviesen nada que ver con los caballos de Arcadia, Cirene, Capadocia, Tesalia, Mauritania, Persia e Hispania, que eran los mejores y más renombrados del mundo conocido.
Pero antes conviene saber que Síbaris fue una de las ciudades-Estado de la Magna Grecia, es decir, de los territorios del sur de Italia que conquistaron los griegos cuando aún no existía Roma y el Mediterráneo era casi un desconocido. Síbaris estaba situada en el empeine de la bota italiana y sus dominios se extendían a través de los 480 kilómetros de ancho que tiene la península en ese punto. Más tarde, otros griegos fundaron Taras y Neapolis (en latín, respectivamente, Tarento y Nápoles). Corrían varios siglos antes de Cristo.
Síbaris se hizo famosa muy pronto por las riquezas de sus tierras y la prosperidad de su comercio, pero sobre todo por el lujo con que vivían sus habitantes... En este sentido, se cuentan cientos de historias casi increíbles. Por ejemplo: la de aquel noble que dormía en un lecho cubierto de pétalos de rosas y se quejaba porque uno de ellos estaba arrugado. O la de aquel que llegó a exigir a sus servidores un vino y un pescado diferentes para cada día del año, bajo pena de ser azotados "tantas veces como horas tiene el día". O la de aquella "matrona" a quien había que servir la comida con "pinzas de cigala" hervidas a fuego lento, perfumar sus habitaciones con "aceites de jazmín y azucena" y calentar cada noche su cama con "calor humano de doncella"...
Lo cual hizo que Síbaris fuera considerada por los griegos como la cúspide del bienestar, el placer y la gula. Vivir "como un sibarita" llegó a ser el sueño de los ciudadanos del mundo civilizado y la ambición de la gente más humilde... y todavía hoy se dice "vives como un sibarita", aunque no se sepa muy bien por qué.
Sin embargo, lo que de verdad dio renombre a Síbaris entre aquellas ciudades-Estado, siempre en guerra unas con otras, fue la "doma" que daban a sus caballos, ya que -como recoge muy bien Asimov en Los griegos-, al parecer, los sibaritas enseñaban a bailar a los equinos al son de la música y montaban con ellos verdaderos espectáculos "mitad parada militar mitad circense"..., claro antecedente del "arte ecuestre" de nuestros días.
Quizá por ello los caballos de Síbaris y su fama llegaron a provocar la envidia de todos los pueblos vecinos..., que veían en aquel "arte" la máxima prueba del "sibaritismo". Según la leyenda, los sibaritas seleccionaban y dividían sus caballos en tres grupos: caballos de carga y trabajos agrícolas, caballos de caza y pesca (pues con ellos pescaban en las aguas del golfo de Tarento) y caballos de guerra (aunque, curiosamente, Síbaris vivió casi dos siglos sin pelear con nadie).
Pero por ahí vino la perdición de los sibaritas, ya que el año 510 a. C. fueron atacados, vencidos y aplastados por los habitantes de Crotona, la ciudad que habían fundado los "pobres" huidos de Síbaris. Y ¿qué sucedió entonces? Pues algo digno de antología. Veamos:
La historia dice que "las tropas sibaritas cayeron en la confusión cuando su caballería se dislocó y los caballos dejaron de obedecer a los jinetes", cuando la verdad completa fue que los caballos se pusieron a bailar en medio del fragor del combate gracias a la sibilina estratagema de los habitantes de Crotona, quienes, sabedores de la "doma musical" que Síbaris daba a sus "caballos de guerra", se presentaron en el campo de batalla con más músicos que guerreros... Y, claro está, los pobres animales no pudieron resistir el influjo de las notas musicales, a pesar de los castigos de sus "montadores", y se lanzaron al baile más curioso de la Historia.
"Entonces -escribe Asimov-, los caballos sibaritas empezaron a danzar y las tropas cayeron en confusión. Los crotonianos ganaron y destruyeron Síbaris tan totalmente que en siglos posteriores se discutió dónde había estado exactamente el emplazamiento de la ciudad."
Al parecer, los "sibaritas" domaban a sus "caballos de guerra" del mismo modo que bastantes siglos después empleó Mahoma con las famosas yeguas que dieron origen a la sin par "raza árabe"... Los sibaritas seleccionaban los mejores ejemplares que les llegaban de Tesalia, Capadocia y Persia; después dejaban a estos "seleccionados" sin comer y sin beber durante unos días, tantos como fuesen precisos para que la mayor parte se desplomase sin aliento; luego, a los más resistentes los sometían a una veloz carrera antes de llegar al agua y la comida... ¡Los tres primeros pasaban a formar parte de la caballería sibarita! Y entonces, sólo entonces, comenzaba la verdadera "doma musical", que era una mezcla de hambre, música y "un pienso de ensueño". De este modo, los caballos llegaban a saber -y pocos animales hay más inteligentes que los equinos- que si, querían comer, antes tenían que bailar al son de la música y las indicaciones del "domador".
Fuente: "Caballos historia, mito y leyenda" de Julio Merino, 1996. Págs. 42-44.
Hola!Me podrías dar alguna información de la pintura del caballo de sibaris con el oboísta?Es que es muy guapa y me gustaría conocer de quién es y el año, en fin...
ResponderEliminarTe agradezco tu respuesta!
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ResponderEliminarMuchas gracias
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