También porque el caballo de Troya significó desde el primer momento algo más que una figura de madera o un infernal artilugio guerrero... El caballo de Troya fue, es y seguirá siendo hasta el fin de los tiempos un símbolo: el símbolo de la traición o de la astucia, según se mire. Una idea perversa que demuestra algo perverso: que no hay mejor modo de destruir una fortaleza -ya sea militar, política, espiritual, moral, económica o policíaca- que introducirse en ella y minarla, corroerla, corromperla, dividirla o desmoralizarla desde dentro. Que fue exactamente lo que sucedió en Troya, pues no hay que olvidar que los griegos se estrellaron sistemáticamente durante diez largos años ante las murallas de la ciudad de Príamo. Es decir, mientras lucharon de frente y antes de que al sibilino Ulises se le ocurriera la estratagema del caballo de madera...
Pero detengámonos en los "hechos" y veamos qué fue con exactitud el famoso caballo de Troya, cómo y para qué se hizo y qué nos dice al respecto la leyenda.
Según cuenta Virgilio en La Eneida por boca del héroe Eneas, el único superviviente de los protagonistas troyanos de la La Ilíada, de Homero, todo comenzó tras la muerte de Aquiles, el de los pies ligeros, y cuando ya los griegos desesperaban de poder vencer a los troyanos. Porque fue entonces cuando una mañana los troyanos se despertaron con dos sorpresas: que las naves griegas se habían esfumado y que ante las murallas de la ciudad sitiada había un increíble caballo de madera... "Un caballo alto como una montaña -dice Eneas-, cuyos costados estaban recubiertos con tablas de abeto entrelazadas". ¿Qué era aquel caballo y qué significaba?... "Muchos pensaron enseguida -sigue contando el héroe virgiliano- que aquello era una trampa y pidieron a gritos que se arrojara al mar; otros, que se quemara, poniendo bajo su vientre una hoguera; aquéllos, que se abriesen sus costados y se explorasen las entrañas...".
"Pero he aquí que, a la cabeza de un numeroso tropel, Laocoonte, furioso -escribe Virgilio-, baja de la ciudadela y grita desde lejos: "¡Oh, desdichados ciudadanos!, ¿a qué tan grande locura? ¿Creéis que los enemigos se han marchado? ¿O es que creéis que los presentes de los dánaos carecen de engaños? ¿Así se conoce a Ulises? O bien dentro de ese caballo de madera se ocultan los aqueos, o esa máquina se ha fabricado en el sentido de nuestras murallas, para inspeccionar nuestras casas y desde lo alto caer sobre la ciudad, o ella oculta alguna estratagema; no os fieis de ese caballo, troyanos. Cualquier cosa que sea, yo temo a los dánaos, incluso en su ofrenda a los dioses..." Dicho esto, lanza con toda su fuerza una enorme jabalina sobre el costado del animal y su redondo vientre, quedando en él clavada y vibrando, y sus profundas cavidades devolvieron un quejido. Y, a no ser por el destino de los dioses, si no se hubiese ofuscado nuestra mente, hubiera llegado a destruir aquel escondite de los griegos; aún existiría hoy Troya, y tú, ¡ciudadela de Príamo!, todavía permanecerías en pie."
Es entonces cuando aparece Sinón, un pariente del propio Ulises, y se hace pasar por un desertor de los griegos..., el cual, convenientemente dirigido por los suyos, cuenta a los troyanos la versión de quien posea y ofrende a los dioses el caballo de madera acabará siendo dueño y señor de Grecia. Esto, y los estudiados gestos de sumisión y entrega del griego, hizo que los troyanos abandonasen sus temores y decidieran apoderarse e introducirlo en la ciudad, aunque para ello tuviesen que tirar parte de la muralla, dadas las proporciones gigantescas de la traidora trampa, y colocar bajo los pies del coloso unas enormes ruedas para poderlo mover...
"¡Oh, patria! ¡Oh, Ilión, morada de los dioses! -exclama entonces Eneas- ¡Oh, muralla de los dárdanos célebres en la guerra! Cuatro veces se paró en el umbral de la puerta y cuatro veces resonaron las armas en su vientre. Nosotros, no obstante, seguimos olvidadizos y ciegos en nuestra locura, y colocamos en lo alto del santuario este monstruo de desdichas...".
Entonces Sinón aprovechó un descuido de los troyanos y se deslizó hasta el monstruo, en donde los dánaos estaban encerrados, y abrió los escotillones de abeto... ¡Era el momento esperado!, pues abiertas las trampillas de acceso los griegos comienzan a saltar al exterior, sirviéndose de largas cuerdas, y explorando el factor "sorpresa". Y los primeros, los caudillos Tesandre y Esténelo, el temible Ulises, Acamas y Toas, el nieto de Peleo, Neoptolomo, Macaón y Menelao y Epeo, el constructor del infernal artefacto.
Fue el final de Troya, ya que a los escondidos en el vientre del famoso caballo se sumaron los de fuera, que habían vuelto a escondidas y aprovechando el caos de la traición. Pero fue también el nacimiento de un mito.
Fuente: "Caballos, historia, mito y leyenda" de Julio Merino (1996). Págs. 29-31.
No hay comentarios:
Publicar un comentario