-"Vamos a dar un salto importante -aunque después tengamos que volver otra vez al camino cronológico- para ir directos al encuentro del caballo más famoso de la Historia, aquel caballo que un día salió de Tesalia para ir a Macedonia y recorrer después Grecia de norte a sur y de este a oeste varias veces; cruzar los Dardanelos, toda la Turquía actual, todo el Oriente Medio, la península del Sinaí y Egipto... y sin detenerse volver grupas y pisar palmo a palmo el enorme imperio persa, desde Babilonia a Samarcanda, las tierras del sur de Rusia, de Afganistán, el Pakistán y las aguas del río Indo... Se llamó Bucéfalo y fue el caballo del gran Alejandro Magno, sin duda el general más grande de la Historia (¡el que jamás perdió una batalla y construyó un imperio!) y el "hombre de Estado" más genial de su tiempo.
Pero ¿quién era y cómo llegó Bucéfalo a manos de Alejandro?... Bueno ¿y quién fue Alejandro el Magno? Veamos:
Alejandro fue el hijo primogénito del rey de Macedonia, Filipo II, el creador de la famosa "falange macedónica", que revolucionó el arte de la guerra y el que logró unificar las ciudades-Estado de Grecia, salvo Esparta. Alejandro nació el año 356 a. C. y tuvo como profesor de estudios nada más ni nada menos que al gran Aristóteles. Eso sí, también es verdad que padre e hijo tuvieron siempre enfrente a Demóstenes, el mejor orador de todos los tiempos. A los dieciséis años, Alejandro guerreaba ya como un experto y hacía de "regente" en ausencia de su padre. Dos años más tarde era el jefe de la caballería y un buen jefe, como demostró en la batalla de Queronea contra los tebanos y donde Filipo se ganó la supremacía sobre Grecia. A los veinte años subió al trono y fue rey hasta su muerte, acaecida trece años más tarde.
Según la leyenda fue en sus tiempos de "jefe de caballería" cuando pidió a su padre que le proporcionase "caballos de Tesalia" por ser los mejores del mundo para la guerra (lo cual era verdad, como veremos en otro capítulo). Y eso hizo el rey Filipo, siendo como era un buen militar y un ambicioso de poder.
Alejandro se topó entonces, un buen día, con un hermoso animal, de color negro azabache y una estrella blanca en la frente con forma de "cabeza de buey", que despertaba el asombro de todos por su belleza, su poderío y su rebeldía... ¡no había quien lo montase!, hasta el punto de que Filipo ya había dicho que se lo quitaran de su vista. Pero llegados aquí vamos a dejar que sea Plutarco (Vidas paralelas: Alejandro y César) el que nos cuente la historia:
-"Trajo un tesalino llamado Filónico el caballo Bucéfalo para venderlo a Filipo en trece talentos, y habiendo bajado a un descampado para probarlo pareció áspero y enteramente indómito, sin admitir jinete ni sufrir la voz de ninguno de los que acompañaban a Filipo, sino que a todos se les ponía de manos. Desagradóle a Filipo y dio orden de que se lo llevaran por ser fiera e indócil; pero Alejandro, que se hallaba presente, dijo:
-¡Qué caballo nos perdemos! ¡Y todo por no tener conocimiento ni resolución para manejarlo!
A lo que replicó Filipo, algo molesto por la suficiencia de su hijo:
-¿Acaso tú lo manejarías mejor que éstos, que tienen más años y más experiencia que tú?
-Por supuesto que sí; a éste ya se ve que lo manejaré mejor que nadie -respondió Alejandro.
-¿Y cuál ha de ser la pena de tu temeridad -preguntó Filipo- si no lo consigues?
-¡Por Zeus -exclamó el joven-, pagaré el precio del caballo!
Echáronse a reír -sigue Plutarco- y, convenidos en la cantidad, marchó al punto adonde estaba el caballo, tomóle por las riendas y, volviéndose, le puso frente al sol, pensando, según parece, que el caballo, por ver su sombra, que caía y se movía junto a sí, era por lo que se inquietaba. Pasólo después la mano y le halagó por un momento y, viendo que tenía fuego y bríos, se quitó poco a poco el manto, arrojándolo al suelo, y de un salto montó en él sin dificultad. Tiró un poco al principio del freno, y sin castigarle ni aún tocarle le hizo estarse quieto. Cuando ya vio que no ofrecía riesgo, aunque hervía por correr, le dio reinda y le agitó usando de voz fuerte y aplicándole los talones.
Filipo y los que con él estaban tuvieron al principio mucho cuidado y se quedaron en silencio; pero cuando le dio la vuelta con facilidad y soltura, mostrándose contento y alegre, todos los demás prorrumpieron en voces de aclamación. Mas del padre se refiere que lloró de gozo, y besándose en la cabeza luego que se apeó le dijo:
-¡Hijo mío, busca un reino igual a ti, porque en la Macedonia no cabes!"
Y así fue, como ya es sabido, pues Alejandro salió de Grecia para hacer el Imperio más grande de la antigüedad... y siempre a lomos de Bucéfalo, el caballo más rápido y resistente que ha existido. Y tanto, tanto afecto cogió Alejandro al noble animal que cuando éste murió, en la batalla del río Hidaspes, un afluente del Indo, no dudó en fundar allí mismo una ciudad a la que puso de nombre "Bucefalia", en su homenaje y recuerdo. Lo cual no debe sorprender si se piensa, ante un mapa del mundo, lo que entre ambos hicieron: un Imperio de más veinte millones de kilómetros cuadrados.
Fuente: "Caballos historia, mito y leyenda" de Julio Merino, 1996. (Págs.: 32-34.)
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