martes, 31 de marzo de 2009

El mito: Fred Archer







Siempre me han interesado las historias de jockeys y caballos... Hay una historia digna de ser llevada al cine como biopic, al estilo de "Seabiscuit", que me ha impresionado mucho que es la del jockey legendario Fred Archer. Pongo aquí uno de los estupendos artículos que se publicó entre las páginas nº 17 y 19 de la revista Recta Final de 1989:

"Fred Archer nació en 1857 en Cheltenham. Su padre, William Archer, era un famoso jockey de obstáculos que ganó el Grand National en 1858 con Little Charlie.

En 1868 Fred entró como aprendiz a las órdenes de Matt Dawson, a cuya cuadra permanecería estrechamente unido el resto de su vida.

Montó su primer ganador en 1870, venciendo luego en el Cesarewitch, en 1872; pero el momento decisivo de su carrera llegaría en 1874, cuando Lord Falmouth le escogió como sucesor de Tom French, que había fallecido el año anterior. En la primera temporada en que montó para Lord Falmouth venció en las 1.000 y 2.000 Guineas y en el Oaks, mientras que obtuvo el tercer puesto en el Derby. Desde entonces hasta su muerte, en 1886, su carrera fue una serie ininterrumpida de éxitos sin precedentes. Ganó el Derby cinco veces, el St. Leger, seis; cuatro veces el Oaks y las 2.000 Guineas, y dos las 1.000 Guineas, totalizando por tanto 21 clásicos ingleses. Montó en 8.084 carreras y venció en 2.471. Sólo Sir Gordon Richards consiguió un número total de ganadores superior al de Archer, y además, la carrera cmo jockey de Sir Gordon fue de mucha mayor duración.

Archer era muy alto para jockey, alrededor de 1,78, de buen aspecto, pero con una cierta melancolía en su expresión, sencillo en sus costumbres y en su forma de vestir, poseedor de un considerable atractivo personal. Pesaba entre 64 y 70 kilos en el invierno, y durante la temporada de carreras era capaz de mantener su peso lo más bajo posible por medio de la constante aplicación de los métodos más drásticos. Un simple bizcocho y media copa de champán eran los componentes más frecuentes de su comida, y el tratamiento que seguía debía actuar como dinamita sobre un hombre corriente. Era un milagro, desde luego, que su salud no se resintiera en seguida.

Su éxito fue debido a una serie de factores. Tenía un valor admirable y, cosa típica de él, e encontraba siempre a sus anchas en Epsom. Su determinación para ganar estaba emparejada con una apreciación casi increíble de las características de cualquier caballo que montase, y una habilidad en consecuencia para sacar de él el mejor partido posible. Muy cerebral y excepcionalmente observador durante la carrera. Montaba con mucha fuerza en los finales, aunque en su método de sentarse un tanto hacia adelante con la rienda un poco suelta se reconocía que era más efectivo que elegante. En su época no había sorteo de puestos para la carrera y él corrientemente abandonaba el paddock el primero para estar seguro de obtener la mejor posición. Tenía dos puntos flacos, a veces era excesivamente severo con un caballo al que había apostado -pues entonces se permitía hacerlo a los jockeys-, y otras veces no era nada escrupuloso en sus tácticas frente a un buen oponente bien cotizado en las apuestas.

No es sorprendente que Archer tuviera una enorme masa de seguidores, y en el norte, las multitudes solían reunirse alrededor de su hotel para ovacionarle cuando salía para las carreras. No le faltaban motivos para vanagloriarse -podía haberse casado con una duquesa si lo hubiera deseado-, pero el éxito y la adulación nunca le trastornaron la cabeza. No hay duda de que a lo largo de toda su carrera debió mucho a la firme influencia de Matt Dawson, un juez sagaz y exacto de los hombres, igual que lo era de los caballos.

En 1883, Archer se casó con una hija de John Dawson, pero ella murió un año más tarde al dar a luz una niña. Fue un golpe del que nunca se recuperó totalmente. En el otoño de 1886 su salud estaba muy quebrantada a causa de los tremendos esfuerzos que Archer hacía para mantener el peso, y después del Cambrigeshire sufrió un catarro complicado con fiebre tifoidea. En el curso de la enfermedad, y en un momento de terrible depresión, el gran jockey se suicidó con un revólver.

Las dos montas más memorables de Archer en el Derby fueron, probablemente, las realizadas a Bend'Or, en 1880, y a Melton, en 1885. En 1880, a la altura de Tattenham Corner, Archer observó una estrechísima abertura por los palos y metió por ella al favorito, aunque tuvo que levantar su pierna izquierda hasta la altura de la cabeza de Bend'Or para evitar ser aplastado. Esta atrevida maniobra colocó a Bend'Or en una posición privilegiada y a pesar de torcerse una herradura, se encontró segundo a falta de 400 metros. Robert The Devil, sin embargo, estaba dos cuerpos por delante, sin dar la más mínima señal de agotamiento. Seguramente, si su jockey Rossiter lo hubiera seguido montando hasta la meta con todas sus fuerzas, debía haber ganado, pero los nervios y la indecisión dominaron a Rossiter justo cuando la meta estaba ya a la vista. Para su asombro vio cómo Bend'Or se hallaba muy próximo a su lado y Archer lo montaba con gran energía. La amenaza que se cernía le hizo perder la cabeza. Archer se hizo cargo inmediatamente de la situación y con un esfuerzo final, casi sobrehumano, consiguió hacer pasar por la meta al favorito en primer lugar.

El final del Derby de 1885 fue uno de los más emocionantes de la historia de la prueba, y la victoria de Melton por una cabeza sobre Paradox se debió en gran medida a la maravillosa monta de Fred Archer. A falta de 600 metros, Paradox tomó la cabeza con una clara ventaja sobre Melton, único participante con alguna esperanza de alcanzarle en ese momento de la carrera. Sabiendo por experiencia que Paradox no gustaba de correr en punta, Archer decidió demorar su ataque lo más posible. Efectivamente, no atacó hasta que faltaban unos 120 metros, cuando Paradox, aburrido de ir en cabeza solo, empezaba ya a flanquear. Sin embargo, al encontrar un oponente con quien correr, reaccionó inmediatamente y pareció, durante unos momentos, llevar la mejor parte. Pero a pocos trancos del poste, Archer sacó el látigo y pegó dos veces con fuerza a Melton. Melton saltó hacia adelante inmediatamente, y su cabeza apareció en primer lugar en el momento decisivo. La multitud se dio cuenta perfectamente de que gran parte de la victoria se debía a Archer y le tributó una gran ovación."

Y... hay una curiosidad que podría ser investigada por el equipo de "Cuarto Milenio", je, je. Que trata sobre el fantasma de Fred Archer, siempre entrenando durante algunas madrugadas según los lugareños... Dejo aquí un extracto de "A caballo entre milenios" (pág. 262), por F. Savater, que me ha llamado la atención:

"...También se encuentra, desde luego, el sepulcro desasosegado de Fred Archer, el campeón suicida que adelgazó hasta la muerte y no envejeció jamás. Dicen por Newmarket que en ciertas madrugadas, cuando se acerca en primavera la fecha del Derby, se oye un galope sin eco y cruza una sombra sin sombra por el Brezal: Es Archer. Sigue entrenándose..."

¿Qué os parece...?

No hay comentarios:

Publicar un comentario