...Hispania era ya tierra de caballos cuando llegaron los romanos y que los hispanos tenían a gala el ser grandes jinetes... como se demostró en las hazañas bélicas de Aníbal. Hasta el punto de que Roma se "apropió" de los caballos hispanos incluso antes de que un español fuese emperador.
Sin embargo, cuando de verdad se impuso el caballo hispano fue cuando los romanos se apasionaron por las carreras de carros y por el circo..., porque fue a partir de entonces cuando en las "yeguadas" hispanas comenzó a hacerse una selección de la raza. Simmaco le escribe a Salustio en torno al año 400 que "los caballos hispanos corren a escape por los cuidados especiales con que los crían sus amos" y de toda su correspondencia se deduce que por esas fechas ya existían "latifundios con yeguadas" y "domadores expertos".
El hecho es que muchas de las páginas de ese período histórico (la Hispania del Bajo Imperio) están escritas con nombres de caballos famosos y con las marcas de prestigiosas ganaderías... como fácilmente puede comprobarse en los mosaicos de Barcelona, Gerona o Mérida.
Iscolasticus, Famosus, Eridannus, Ispumosis, Pelps, Lucxuriosus, Pyripinus, Arpostus, Eutrata, Eustolus, Eupbium, Paticium, Polystefanus, Pantacarus... son nombres de caballos que pasaron a la Historia con luz propia. Como los ganaderos Nicati y Concordi.
Pero el más famoso animal de la Hispania romana fue, sin duda, Regnator..., es decir, el "rey", el "dueño", el "soberano"..., el caballo más impresionante que conocieron los siglos, según las leyendas que han sobrevivido dentro o al margen de la Historia. Regnator era, al parecer, descendiente directo de aquellos caballos númidas que el cartaginés Asdrúbal trajo a España en el esplendor de Cartago... y nació y se crió en una yeguada de la campiña cordobesa llamada el Alcaide. Regnator era un alazán tostado, próximo al castaño, con crines y cola doradas, y tenía una altura en la cruz de 1,60 metros... y corría como el viento.
Regnator participó, dice la leyenda, en más de cuatro mil carreras sin conocer la derrota y llegó a ser el caballo-ídolo de las multitudes por algo muy curioso: su torpeza en las salidas. Regnator ganaba saliendo de atrás y ponía el circo de pie cuando comenzaba a adelantar a sus rivales. Como guía de cuadriga jamás tuvo ningún otro animal el renombre que él alcanzó.
De Regnator se cuenta también que en cierta ocasión ganó dos carreras en un mismo día: una por la mañana en Córdoba y otra por la tarde en Mérida.
Y, sin embargo, ni la Historia ni la leyenda han guardado los nombres de los hombres que fueron sus dueños o sus jinetes. Lo cual dice por sí mismo el valor que el caballo tuvo en determinados momentos de la Historia.
Parece increíble ¿verdad? Espero que os guste. Y luego voy a "estudiar" el programa del jueves sobre las carreras nocturnas....
Un saludo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario