"Enbio por sus parientes e sus vasallos, díxoles cómo el rey le mandava salir de toda su tierra e que le non dava de plazo más de nueve días, e que quería saber dellos quáles querían ir con él o quáles fincar.
e los que conmígo fuéredes
de Dios ayades buen grado,
e los que acá fincáredes
quiérome ir vuestro pagado..."
Así comienza el Cantar de Mío Cid y ello quiere decir, naturalmente, que ya ha llegado la hora de hablar del caballo más famoso de la Historia de España. Un nombre que cualquier niño español sabe y ha sabido siempre como por "ley natural"... Se llamaba Babieca y su dueño, Ruy Díaz de Vivar "el Cid Campeador".
Pero con Babieca llega algo más que un caballo... por eso, y contando de antemano con el beneplácito de los lectores de este libro, quiero dedicarle al menos un par de capítulos. Babieca es, por excelencia, el caballo español y el símbolo de toda una época... como el Cid Campeador lo es de toda la España de la Reconquista.
El nombre de Babieca aparece por primera vez en el canto 86 del famoso poema y lo hace en estos términos:
Mandó mío Cid a todos
los que tenía en su casa
que el alcazár guarden bien
como las torres más altas,
igual que todas las puertas,
con sus salidas y entradas;
mandó traer a Babieca,
que ha poco lo ganara
del rey moro de Sevilla
en aquella gran batalla,
y aun no sabía mío Cid,
que en buena hora ciño espada,
si sería corredor
o dócil a las paradas...
Lo que demuestra el origen del increíble animal y su naturaleza árabe, puesto que "árabes" eran los caballos de las yeguadas de las marismas del Guadalquivir.
Posteriormente, el poema dice:
El que en buena hora nació
tampoco se retrasaba:
sobregomela vestía
de seda y larga la barba;
ya le ensillan a Babieca
que enjaezan con gualdrapas
montó mío Cid en él,
y armas de fuste tomaba.
Sobre el nombrado Babieca
el Campeador cabalga
emprendiendo una corrida
que a todos parece extraña;
cuando la hubo terminado,
todos se maravillaban.
Desde aquel día, Babieca
se hizo famoso en España...
Cuando acabó la corrida
el Campeador descabalga,
y se va hacia su mujer
y hacia sus hijas amadas...
Lo que nos lleva casi en directo al mundo "caballeril" de la época, ya que ahí se habla de gualdrapas, armas de fuste y corridas..., es decir, de la costumbre que había de recubrir los caballos para las fiestas y los torneos de una especie de gualdrapas con flecos y labores y aun con cascabeles. Las armas de fuste eran de madera, propias para el juego de armas, aunque más ligeras y menos peligrosas que las de verdad.
La corrida del caballo era un ejercicio caballeresco que servía de "entrenamiento" a los caballeros en tiempos de paz o incluso como preámbulo de la batalla... y correr el caballo era ejercitar al noble animal en los movimientos más o menos violentos del arte de la guerra.
El Cid realizó una de estas "corridas" en Toledo, tras la celebración de una sesión de Cortes, y a petición del propio monarca. Por supuesto, es el pasaje cumbre de Babieca en el poema y una de las imágenes más bellas que hayan podido escribirse sobre el caballo. Tan bella que no me resisto a reproducirla en castellano antiguo y en su versión moderna (so pena de volver luego al curso normal del relato):
"El Cid remetió entonçes el cavallo, e tan de rezio le corrió, que todos se maravillaron del correr que fizo."
El rey alço la mano,
la cara se santigó;
"Yo lo juro
par sant Esidre el de León
que en todas nuestras tierras
non han tan buen varón".
Mio Çid en el cavallo,
adelant se llegó
fo besar la mano
a so señor Alfons;
"Mandástesme mover
a Babieca el corredor,
en moros ni en cristianos
otro tal non ha oy,
yo vos le do en don
mandésdesle tomar, señor".
Essora dixo el rey:
"Desto non he sabor:
si a vos le tollies, el cavallo
non havrie tan buen señor.
Mas atal cavallo cum ést
pora tal commo vos,
pora arrancar moros del canpo
e seer segudador;
quien vos lo toller quisiere
nol vala el Criador,
ca por vos e por el cavallo
ondrados somo'nos".
Lo que traducido al castellano de hoy quiere decir:
"El Cid espoleó entonces el caballo, y tan reciamente le hizo correr que todos se maravillaron de aquella carrera."
El rey alzando la mano,
la cara se santiguó:
"Yo juro ahora por san
Isidoro de León,
que por todas nuestras tierras
no existe tan buen varón".
Mío Cid con su caballo
ante el mismo rey llegó
para besarle la mano,
como a monarca y señor:
"Me mandaste hacer carrera
con Babieca el corredor,
caballo así no lo tienen
moros ni cristianos hoy,
yo os lo entrego, rey Alfonso,
servíos tomarlo vos".
Entonces, dijo así el rey:
"Eso yo no quiero, no.
Que al tomarlo yo, el caballo
perdiera tan buen señor.
Este caballo, como es,
tan sólo es digno de vos,
para vencer a los moros
y ser su perseguidor;
quien quitároslo quisiere
no valga el Creador,
por vos y por el caballo
muy honrados somo nos".
¿Se imaginan ustedes la escena? ¿Se imaginan ustedes al Cid montando a Babieca ante toda la Corte y "caracoleando" al son de las trompetas...? Bueno, pues de Babieca, del Cid y de los caballos medievales seguiremos hablando en páginas siguientes... porque difícilmente podría entenderse la Reconquista sin la presencia de los caballos.
(Fin de la primera parte)
Fuente: "Caballos, historia, mito y leyenda" de Julio Merino. Compañía Literaria, S.L. (1996). Págs: 93-98.
tengo 71 años y recuerdo que cuando yo tenia 10,ley en un libro editado por Hijos de Santiago Rodriguez (Burgos)que Babieca habia nacido en Urbel del Castillo(BU)y le trasladaron a Castrillo de Rucios (BU)donde el Cid tenia un tio cura que tenia una yeguada y un buen dia de Abril se presento una tormenta de granizo y toda la yeguada se refujio ne el monte menos dicho caballo,entonces al verlo el Cid comento "que hara alli aquel babieca desde hoy sera mi caballo"
ResponderEliminarHOla, me encanta esta figura de El Cid. Donde puedo conseguir una igual?
ResponderEliminarGracias!
Dónde venden está estatua del Cid
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